Ana María
Tendida sobre tu lecho
Con tus ojos cerrados y tu rostro tranquilo
Sumida en un largo sueño
Del cual no despertarás.
Oh, Ana María, tu vida evocando estas
En esta sala donde todos te ven.
No hay recuerdo más doloroso que él,
Ricardo, el que se fue
Ricardo, el que te abandonó
Ricardo, que ahora en tus manos ve un crucifijo
É, que se fue por engendrar un hijo.
Oh, Ana María, mira quien ha llegado
Es tu amigo Fernando
Quien siempre te escuchó
De tus penas y rabias se alimentó
Y a tus problemas les daba solución
Pero lo que tú no sabías
Es que él siempre te amó.
Oh, Ana María,
El dolor más grande se avecina
Es tu marido Ana María
De quien huiste y luego volviste
A quien querías y luego amabas,
Quien te quería, y ahora para él no eres nada.
Antonio, que te observa como todos aquí.
Oh, Ana María, tendida sobre tu lecho
Ya es hora de partir
Deja que la naturaleza se incorpore a ti,
Para que luego descanses y dejes de sentir.
Poema inspirado en La Amortajada, publicada en 1938.
El Amante
Se casó con su primo
Que hace menos de un año
Viudo quedó.
Bien se conocían ambos dos
Pero él quería ver
A su antigua mujer
Encarnada en la que ahora
Estaba a su merced.
Ella no era feliz.
Al pasear por la noche
Encontró a quien haría
Su corazón latir
Perdida en esos claros ojos
Y en esa piel morena
Se entregó con un abrazo
Y él con un beso.
Despertaron al amanecer
Ella huyó donde su marido
A quien este secreto tenía escondido.
Pasaban los años
A él lo soñaba.
Hundida en la niebla
A su amante buscaba.
Quien de pasión y amor la llenó,
Pero no lo encontró.
Él nunca existió
Siempre fue un sueño
Adiós ojos claros
Adiós amante moreno.
Ella vivirá correcta
Y correcta morirá.
Poema inspirado en La Última Niebla, publicada en 1934.
Adiós Gomero
El árbol,
Mi fiel acompañante,
Grande, me observaba.
Lloraba, reía conmigo.
¿Por qué lo cortaron?
¡Por qué!
Sus olas me inundaban.
Era feliz.
No, no lo era.
Y tuvo que morir para que me diera cuenta.
No me quieres,
Porque soy tonta, ignorante.
Si no fuera por esa maldita llave de Fa.
¡Estúpida!
La odio,
Como te odio a ti,
Siempre serio, siempre grave.
Con tus promesas
Que se esfuman con el viento.
Mi vientre sigue vacío.
Te lo recuerdo.
Ese gomero me lo ocultaba
Ahora lo entiendo,
Desde que se fue
Eres marchito.
Yo no te quiero, yo no quiero esto.
Yo no lo merezco.
O tal vez si
Pero hasta el peor de los seres
Merece amor.
Poema inspiradio en El Árbol.
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